Una mujer que a principios del siglo XX existió, la cual ya estando anciana una noche mientras planchaba en la comodidad de su humilde casa salio al aire frió lo cual hizo que le diera parálisis facial, su boca se le fue haciendo de lado con el transcurso del tiempo por dicho suceso y la pobre mujer tenia que usar un velo puesto que la pena era tan grande que solamente las personas de extrema confianza sabían su secreto en su cara. Era un mujer ya grande de edad, que muy respetada por su forma de ser tan amable con las demás personas, había quedado viuda desde hacia mucho tiempo pero de igual forma tenia un gran corazón sin importar su condición humilde. Era de estas señoras que le gustaba ir a misa a la parroquia a las 4 de la mañana, pero vaya que llegaba muy temprano, inclusive a veces con una hora de anticipación, pero bueno a lo que íbamos, nuestro personaje había sufrido de esta grave deformidad en su cara, y daba horror si alguien la veía sin su velo porque su piel pálida y pegada a los huesos dejaba una sensación de haber visto un espanto.
Una noche mientras caminaba a la misa de 4 de la parroquia, con una hora de anticipación como ya era costumbre, caminando por la calle de la corregidora, 3 borrachos salidos de quien sabe que cantina o fiesta, la empezaron a seguir gritándole piropos:
-¡Óigame, chula!
-¡Aguántame, primor!
-¡No seas mala, “mialoma”!
-Ya te estoy saboreando
La pobre mujer asustada de que fueran a hacerle algo estos sin vergüenzas apresuro el paso. todo lo que quería era llegar rápido a la parroquia de San Miguel Aleyercangel, doblo a la calle de correo pero los pasados de copa empezaron a avanzar más rápido al punto de tocarla por las espaldas. Ella miro un faro junto al antiguo mercado los aldama, entonces entre risas corrió rápido hasta la poca iluminación de había para descubrir su cara demacrada ante sus persecutores, cuando hizo esto acompañado de un -¡Huuuuuy! los pobres hombres creyeron haber visto a la llorona, por lo que corrieron despavoridos a todas direcciones, la mujer del velo negro solamente rea y reía y daba gracias a dios por su inexistente belleza.
La mujer del rostro pálido nunca supo quienes eran ese 3 de canallas, pero en el pueblo empezó a correr la leyenda de que una mujer hermosa que caminaba por la calle de correo para que los hombres nocturnos fueran tras de ella, solo para cuando tenerlos en el puño de mano se convirtiera en una horrible calavera lanzando un grito de ultratumba.
